Stanhopea
Pequeña orquídea, tú qué interrumpes mi camino con tu hermosa presencia
y con esa fragancia que enamora.
En poco tiempo de conocerte, he percibido tu calidez, tu brillo,
tus sacrificios y esa fuerza que pocos ven.
Maestro sol,
¿por qué me pones a este ser en mi camino?
¿Por qué me diste esta pausa, sabiendo que iba viento en popa hacia mi destino?
Ella encendió una llamarada en mi pecho
que va in crescendo más allá de mi cuerpo.
Su encantamiento causa el florecimiento de mi creatividad
y la elevación de mi frecuencia,
a niveles que hace muchos solsticios atrás,
no recuerdo haber sentido.
Mi corazón ha sido drogado a tal punto
que siento en mis sueños su presencia, su olor y sus risas.
Dudas recurren una y mil veces en mi cabeza:
¿Es este un obstáculo más que debo superar para continuar mi camino?
¿O es este mi camino?
—Escucha tu voz interna, joven aventurero —me susurra el Sol—.
Tu destino va a ser donde tú decidas estar.
Puedes verlo como obstáculo
o como el portal a una nueva aventura que has de escribir.
Solo recuerda que el amor
es aceptar tanto lo que pueda ser a tu favor,
como aquello que no te corresponda.
Sé tú mismo y, de tu puño y letra,
déjanos en tu cuaderno esa historia que estás viviendo y sueñas.
Así recordarte, querido amigo,
como aquel que fue embrujado por una orquídea
y cuya alma seguimos viendo brillar junto a las estrellas.